lunes, 24 de enero de 2011

LA COLUMNA AMARILLA ¡Qué muchachos! Por Antonio Pippo de Frente Amplio Comite Centenario, el Lunes, 24 de enero de 2011

COLUMNA AMARILLA (TERCERA ÉPOCA)

¡Qué muchachos!
Por Antonio Pippo


Que metieron la mano en la lata, no hay quien lo dude. Pasa que la laPublicar entradata era más grande de lo que se suponía.
Fondo lejano, que le dicen: mano y brazo hasta el hombro.
A medida que avanza el proceso judicial, se amontonan detalles, capaces de magullar las neuronas de un individuo normal, acerca de maniobras que, desde 2003, perpetraron oficiales de la Armada.
¡Qué caja de ahorros!
Estos muchachos, algunos ya procesados, demostraron velocidad visual, audacia de viejos lanceros del lunfardo e ingenio al punto de que uno que queda, por una cuestión moral, cerca de la admiración. ¡Inventaron motores, grúas de última generación y, esto es ya una exquisitez, tanques de combustible que, un día cualquiera, podían multiplicar extraordinariamente su capacidad!
Pasmoso y espantoso, lector.
Con seguridad durante los próximos días habrá nuevas revelaciones que impedirán que se agote nuestra capacidad de asombro.
Pero lo que incomoda no son esos detalles, telón de unos delitos desbocados, sin freno, que se ha ido descubriendo y acerca de los cuales la justicia analiza y decide con ese andar que, de afuera, se ve cansino y cuidadoso, con temor de hallar unos obstáculos no removibles.
¿Cómo pudo pasar que las maniobras recién quedaran con el culo al aire siete años más tarde? ¿Cuáles son los controles que el Ministerio de Defensa ejerce sobre el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea? Si algo falló, ¿qué fue?
La ciudadanía tiene derecho a la verdad. Está en juego la transparencia y la solidez de la democracia.
Los muchachos avivados no surgieron de las zonas rojas ni se escondieron luego en ellas; son unos niños bien que no sólo hicieron una carrera honorable, sino que asumieron un compromiso superior con la patria.
Amanece en el horizonte la necesidad, el imperativo de saber, de una vez por todas, hasta dónde llega el agujero que hizo esta gente a la que le creció más las manos y la ambición que las medidas del honroso uniforme

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