lunes, 24 de enero de 2011

EDITORIAL Los nazis existen

EDITORIAL
Los nazis existen



¿Qué importancia darle a la aparición de una célula neonazi en nuestro país? ¿Es realmente un peligro, y en caso de serlo, de qué peligro estamos hablando? ¿Qué es lo que corre peligro?
Vayamos a los hechos. Hecho 1, se trata de algunas pintadas de contenido racista y nostalgia hitleriana. Pintadas muy chapuceras pero provocadoras; una manchó un local del Partido Comunista. Hecho 2, Inteligencia detectó reuniones de pocos integrantes y vinculaciones con grupos similares de Argentina y Chile. No hay mucho más. Hace algunos meses pintadas similares habían aparecido en una localidad del interior.

Todo parece indicar que se trata de algunos personajes aislados, probablemente poco equilibrados, que encontraron aquí una forma de sentirse importante. La consigna "White Power" es tan desubicada en Uruguay como lo eran en la década de 1920 las pintadas que reclamaban "Todo el poder a los soviets".
En Chile hay una derecha pinochetista importante y colonias alemanas con nostalgia del Reich de los mil años, pero no sabemos si son los corresponsales de nuestros amigos, ni si tienen planes en serio para extenderse al Uruguay. Si los tienen y la estrategia fueron estos garabatos, probablemente no vayan por un camino muy productivo.

En Uruguay hay otros fantasmas organizados y operando. Hay torturadores presos vinculados electrónicamente a redes de "mano de obra desocupada" cuya mano se ha sentido detrás de una serie de provocaciones que sí han tenido significación política. Algunos durante la campaña electoral. Que parecen al menos indirectamente conectados a organizaciones nostálgicas de militares retirados que este año han tenido voz pública. Hay también hechos extraños, como los robos a la fiscal Mirtha Guianze.
Estos grupos sí están conspirando contra la democracia y el imperio de la ley. Pero nada obliga a pensar que tengan relación alguna con los autores de las pintadas.

¿Por qué, entonces, preocuparse por ellos?
Primero, porque no hay que bajar la guardia. Hace bien la Policía en estar alerta. El Estado no está autorizado a llevar fichas no hacer pesquisas secretas sobre los ciudadanos sin autorización del juez. Y menos en base a opiniones, dado que aquí hay libertad de conciencia, aunque no nos guste lo que piensan otros. Pero la incitación al odio racial es delito.

Segundo, porque Hitler cuando comenzó era un pintor medio ridículo que no parecía peligroso. Y la Segunda Guerra Mundial costó unas 50 millones de vidas. La "resistible ascensión de Artur", como decía Bertolt Brecht, fue favorecida por un especial e irrepetible conjunto de factores que se anudaron en 1933 en una coyuntura única. Nada indica que en Uruguay esté por suceder una debacle económica, de legitimidad de la Constitución y de conflictos externos, ni que en caso de producirse el racismo vaya a ser visto como una salida. Pero pasó una vez o dos.

Tercero, porque no hay que perder los reflejos. Con el nazismo no se juega. No es algo con lo que debamos acostumbrarnos a convivir. Si alguien en su soledad y angustia quiere llamar la atención o descargar su agresividad, que elija otro tema. La memoria está para eso, para que algunas cosas sean demolidas en cuanto aparezcan, antes de que lleguen a instalar una discusión. Una persona puede odiar a los hombrecitos azules de Tabaré Cardozo en la intimidaad. Pero no instalar un debate. El racismo no es opinable, el odio no es opinable, como no lo es si está bien matar por gusto.
Había que reaccionar rápidamente, y se hizo.

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